martes, 5 de noviembre de 2013

Terremoto

Cuando el 27 de febrero a eso de las 3:34 de la mañana el suelo se remeció bajo los pies de todos los chilenos, tuve la suerte de no estar sola.
Menos mal que estaba con mi hermano y mi mamá; porque, como magallánica, no habría sabido realmente qué hacer una vez que el balanceo se terminó. 

Después de bajar diez pisos en 3.7 segundos, nos vimos en la calle, rodeados de todos los habitantes de mi edificio.
Los celulares estaban caídos, y la comunicación era imposible.

Un par de horas después, cuando ya nos encontrábamos a salvo en otro edificio en un piso más bajo, y ya habíamos hablado con mi hermana que estaba en Viña, empezamos todos a tranquilizarnos.
Logré hablar con Lalo y Tali, y al hablar con ella no pude evitar preguntarle si había sabido de Baz.
Tali me dijo que no sólo Baz estaba bien, si no que había sido el héroe del terremoto en su edificio al ayudar a una vecina a salir de su casa forzando la puerta.

No voy a mentir: igual fue como "¡wow!"
Y también admitiré que sentí un tremendo alivio de que no le hubiese pasado nada.

Y no sé, quizás ahí fue que me di cuenta de que siempre Baz va a importarme.
Al menos cada vez que la tierra se mueva como si quisiera salirse de su eje, me preguntaré si él está bien. 

1 comentario:

  1. intentando postear nuevamente... creo que aunque no lo asumas el ex, el primer ex siempre es una mezcla de emociones y sentimientos positivos y negativos...
    Saber que esta bien es un alivio, y no saber de el en mucho tiempo también.

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