sábado, 8 de marzo de 2014

Acepta mi Rechazo

Una cosa es que te rechacen.
Y creo que todos podemos decir que alguna vez nos han rechazado.
Una pega, una cita... a todos nos ha pasado.
Más de una vez.

Pero ¿significa eso que sólo debemos esperar que nos rechacen?
¿Significa eso que no tenemos el derecho de aceptar o rechazar un rechazo?
¿Podemos decidir aceptar o rechazar Amor?

Tengo un tatuaje en mi espalda, que dice que sí.
Sacado del libro "Las Ventajas de ser Invisible" (The Perks of Being a Wallflower, de Stephen Chbosky), decidí inmortalizar en mi cuerpo la frase:

We accept the love we think we deserve

[Aceptamos el amor que creemos merecer. 
ODIO que todo el mundo lo lea mal y después me pregunte lo que significa XD]

Es básicamente un recordatorio permanente de que si alguien me da menos de lo que me merezco, puedo decirle que no lo quiero.
La verdad es que nunca se me había ocurrido la idea de rechazar amor.
Siempre pensé que era al revés: alguien te ofrece amor (del tipo que sea) y lo aceptas.
Punto.

Pero ahora me decidí a ser un poco más egoísta con el tema.
Y sólo voy a aceptar lo que crea que merezco.
Y qué tanto.

domingo, 2 de marzo de 2014

Personalidad Encandilante

Voy a confesar algo: No soy un bombón.
Desde ningún punto de vista, bajo ningún estándar.

No soy una horripilancia, pero en definitiva no diría que atraigo a la gente por la parte física.
O sea sí, mido 1.70, y no necesito relleno en el sostén.
Pero dudo que alguien se de vuelta a mirarme cuando camino por la calle.

Debo decir que siempre he estado consciente de que no soy particularmente linda; pero nunca he tenido problemas con eso.
La verdad es que muy reconfortante saber el lugar que ocupamos en el mundo.
Sobre todo si no es una que nos da mucha ventaja XD.

La cosa es que, desde hace muchos años, he tenido que desarrollar diferentes estrategias para atraer al sexo opuesto.
Dado que el físico no era mi fuerte, opté por la personalidad.
Llegó un momento en el que me di cuenta de que si era capaz de atraer hombres, era básicamente por cómo me manejaba.

En pocas palabras, los enceguezco con mi personalidad.
Esa es mi arma, supongo.
Y no es una que lamente, es decir, veámoslo en perspectiva:

1. El físico, eventualmente, se pierde. No importa lo regia que eres en tus veinte, a los treinta y llegando a los cuarenta, seguro ya ni te acuerdas de cómo era tenerlo todo en su lugar.

2. El físico es muy engañoso, y es más fácil usarlo como una mentira.

3. Al final, los que de verdad valen la pena, son los capaces de ver más allá del físico.
De modo que, además de un arma, es un método de selección.

¿Qué tal?
Y bueno, obvio que llega un momento en que el físico algo importa (o mucho, depende del sujeto en cuestión)... entonces quizás más que enceguecer, es como encandilar.
Los encandilo momentáneamente mientras me los gano con mi personalidad.
Y después, cuando pueden ver bien de nuevo, deciden.

I like it.