sábado, 2 de marzo de 2013

Suegras

Para ser honesta, en general las suegras que he tenido no me han querido demasiado.
Nunca he estado muy segura de por qué, creo que soy encantadora (modestia aparte), pero ganármelas fue una hazaña que a veces no logré completar.

La mamá de Baz tenía claramente ciertas reservas acerca de mí.
Quizás porque ya había pololeado antes y Baz no, o quizás porque no le gustaba que mis papás estén separados. Las opciones de por qué la mujer no me quería son infinitas.

Se demoró un par de meses (o más de un par) en finalmente aceptarme como la polola de su hijo (hasta ese momento me presentaba como la "amiga" de su hijo).
Pero lo peor de todo era que delante de Baz pretendía que me adoraba. Me hacía salsa de ajo (que dicho sea de paso todavía recuerdo con gula), preguntaba por mi familia y decía que estudiar Literatura era "lindo"... pero nunca le creí realmente.

No es de mala, pero me daba la sensación de que a mi suegra no le gustaba la idea de tener que competir por el amor de su propio hijo.
¿Será que nunca se le ocurrió pensar que son dos tipos de amor diferentes? (aunque no sé si Herr Freud estaría de acuerdo)

De todas maneras, me acuerdo de que finalmente logró tenerme cariño... como un mes antes de que Baz y yo termináramos.
Oh well, ironías de la vida.

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