domingo, 10 de marzo de 2013

El principio del final

Estábamos viendo Los Simpsons recostados en el sillón que había en la sala de estar de mi casa, cuando se me ocurrió preguntarle a Baz con quién iba a vivir en Santiago cuando saliéramos del colegio.

-Con nadie...

Su respuesta me dejó confundida, así que me senté a lo indio (como hago hasta el día de hoy cuando quiero hablar de algo importante) y lo miré:

-¿Con nadie porque vas a vivir solo?

-Con nadie en Santiago, porque no voy a ir a la Universidad en Santiago...

"No voy a ir a la Universidad en Santiago"... "no voy a ir a la Universidad en Santiago"... su voz era un eco que me dejó todavía más confundida.

-Me voy a ir a Conce.

Si era posible, me confundí aún más. Le pregunté por qué, pero él sólo podía decirme que íbamos a seguir juntos, que él podía viajar a Santiago y yo a Concepción. Yo sólo quería saber por qué, pero él insistía en explicarme que no iba a ser un problema.

-¿POR QUÉ?

Finalmente logré que me escuchara y me dijo, casi como si la pregunta fuera innecesaria por lo obvio de la respuesta:

-Para descentralizar la educación superior...

La confusión dio paso a la perplejidad, y eso a la rabia y después a la pena.
Sólo podía pensar en lo triste que resultaba que mi pololo no quisiera irse a vivir a la misma ciudad que yo.
Por una razón que, para qué vamos a negarlo, era ultra estúpida.

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