lunes, 18 de febrero de 2013

De la mano

Caminar de la mano de Baz era una sensación completamente nueva.

Habíamos pasado de ser compañeros, a ser amigos y de pronto éramos pololos.
Era extraño sentarme con él en el colegio, estar conversando con amigas y que de repente llegara y me abrazara sin ningún motivo aparente.

Pero por algún motivo, me encantaba cuando caminábamos de la mano. Quizás es porque él era muy alto y me sentía protegida. O quizás porque me daba la sensación de que él me estaba guiando.

Y quizás porque cada vez que caminábamos de la mano, me sentía la mujer (o niña, o adolescente) con más suerte del mundo.

1 comentario:

  1. That's so sweet!
    I started reading your blog (by the first post - of course) and I just can't stop...

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