jueves, 19 de marzo de 2015

Terminar lo que nunca empezó

A veces pasa que formamos toda una historia romántica en nuestras cabezas con una persona (#TrueStory), pensando que si realmente atraemos esas escenas de forma positiva, es posible que se realicen.
Ingenuos.

La verdad es que a veces no hay nada qué hacer.
Te gusta alguien, tú no le gustas.
Realmente, nada qué hacer.

Y puedes gritar al cielo preguntando "¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ SEÑOR? ¡ÉL ES PERFECTO PARA MÍ! ¿CÓMO NO SE DA CUENTA DE LO FELIZ QUE LO PUEDO HACER?"
Pero no va a cambiar el hecho de que ya es tiempo de olvidarlo.
Move on.

Y lo triste (lo MÁS triste, si me lo preguntan), es que cuando finalmente logramos superar a esa persona, se siente como una ruptura.
Patético ¿no?
Inventamos toda una historia (prácticamente una novela de 7 tomos), en nuestras cabezas, y cuando nos damos cuenta de que estamos en un laberinto sin salida, tenemos que tirar la novela a la basura.
Los 7 tomos enteros.
Y puta que duele.

Pero lo que más duele, es que en realidad no estamos tirando nada de verdad.
Nada real.
Nada tangible, literalmente nada de nada de nada.
Ni siquiera son recuerdos, porque botamos una fantasía construida por nuestra pequeña princesa interna que quería un final feliz... o lleno de pasión y sexo, ustedes elijan.

Y si en verdad nunca hubo nada más que una imaginación muy activa, y tal vez (quizás) un par de poemas/historias secret@s dedicadas a nuestro amor; ¿cómo se supone que tengamos un cierre para poder superar el tema y movernos de ahí?
Y aquí está el quid del tema.
Si nunca empezó, nunca se acaba... salvo que encontremos la forma.

¿Se les ocurre alguna?
A mí sí... ya les contaré en la próxima entrada ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario