lunes, 10 de agosto de 2015

Cita no-cita no-Tinder

Creo que ya nos ha quedado claro que las citas Tinder (y también las OKCupid) no necesariamente salen bien (o a veces sí).
Pero creo que debo hacer una mención honorable a las citas que se organizan en el mundo real, lejos de la tecnología (no vayan a creer que porque ahora todo se hace online, no se puede conocer gente en la vida real).

Para uno de los partidos de Chile en la Copa América (creo, CREO que fue contra Ecuador), una amiga me invitó a la casa de su vecino a ver el partido, porque mucha gente iba a ir.


Confesión: cuando conocí a su vecino, igual me gustó... pero no hice nada, whaaaat? En realidad todavía no sé por qué, pero a estas alturas como que da lo mismo. Muy probable que ya ni se acuerde de que existo. Moving on.


Había mucha gente (la gran mayoría yo no conocía), pero había un tipo que sobresalía. En parte porque era muy alto, y en parte porque se notaba a kilómetros que no era chileno.
Cuando me acerqué a conversarle (porque como ya saben soy muchas cosas, pero tímida no es una de ellas), me contó que era suizo y había llegado a Chile hace poco.

Hablamos un poco más en el entre tiempo, me contó que estaba buscando trabajo, pero que la cosa no estaba fácil.
Me preguntó dónde trabajaba yo, y le expliqué a grandes rasgos lo que hago (es tan fascinante que les voy a ahorrar la emoción). Me preguntó si podía tal vez pasar su CV en la empresa y le dije que tal vez; entonces me pidió mi número.

Ahí fue cuando me di cuenta de que, antes de celebrar y saltar como estúpida porque un tipo bastante atractivo, simpático y caballeroso me pidió mi teléfono; hay que considerar las circunstancias.
Me vio como una forma de tal vez encontrar trabajo; dejando de lado que conversamos harto y todo, no hay que olvidar la intención principal.

Al día siguiente en la pega, me llegó un whatsapp de él para decirme que guardara su número.
Aproveché de preguntarle si tenía planes para ese día (era un viernes) y me dijo que no.
Cri cri cri.
Como no atinó a decir nada más, le pregunté si quería hacer algo y me dijo "sí por qué no?". Hubiese preferido sólo un "sí", pero ya estaba.
Era una cita.

Wait.
¿Era una cita?

Me arreglé (no demasiado), y partí al restaurante donde habíamos quedado que estaba justo entre nuestras casas.
Me avisó que se iba a demorar un poco, así que me puse a ver la carta por mientras.
Su "atraso" fue de cinco minutos, se sentó frente a mí y empezó la cosa.

Pedimos la comida, y mientras tanto pasamos por las clásicas preguntas de primera cita.
"¿De dónde eres?" Chile / Suiza.
"¿Qué estudiaste?" Literatura / Finanzas.
"¿Qué te gusta hacer?" Leer, escribir etc. / Correr, escalar etc.

Llegó la comida, y la conversación siguió básicamente acerca de cómo fue crecer en Chile / Suiza y comparando lo que había sido la educación antes y ahora.
No voy a mentir, aunque el suizo era muy interesante (como me resulta la mayoría de la gente de otros países), no sentí la chispa (si es que existe).
Y claramente él tampoco.
Y cuando mencionó a su ex, diciendo que había terminado con ella hacía sólo un mes y medio, después de siete años juntos, ya quedó sellado.
NO ERA UNA CITA.

Al pagar, a él le faltó un poco de plata así que yo la puse.
Él ni se avergonzó, de hecho me miró con cara de "bueno ¿y?" (en mi defensa, cuando llegó la cuenta él tomó la boleta y cuando me ofrecí a pagar mi parte hizo como que no me escuchó... raro ¿no?).

Caminamos al metro, irónicamente como a un metro de distancia el uno del otro, y cada uno se fue por su lado.
Llegué a mi casa a desmaquillarme y a sopesar la velada.

Mr. Suiza era interesante, no hubo silencios incómodos, pagó algo así como el 77% de la cuenta, mantuvo buen nivel de conversación, me dijo que las 5 frases que sé en alemán estaban muy bien pronunciadas, y comentó que tengo buena postura (nunca me había parado a pensarlo... pero quiero pensar que tiene razón).

Decidí que la velada había sido un éxito; aún cuando no hubo atracción, ni beso de buenas noches, y nunca más volví a saber de él.

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