martes, 9 de diciembre de 2014

Por qué soy una BETA lover

Confesión: Los machos ALFA me molestan profundamente.
Cómo caminan.
Cómo hablan.
Cómo te miran.
Pero por sobre todo: esa actitud insoportable de creer que son dueños del universo.

Estoy segura de que hay muchas mujeres a las que les encantan.
Y de hecho, entre más pelotudos, mejor (no sé qué imbécil empezó semejante mito, pero algún día lo encontraré y le daré con una silla).
Eso no funciona para mí.

Me gustan los hombres BETA.
Esos que uno no se da (necesariamente) vuelta para mirar en la calle.
Esos que no tienen nada de prepotentes, y se ven casi inseguros a ratos.
Los que no se te van a acercar si les gustas; pero felices siguen una conversación contigo si la empiezas.
No usan ropa ultra de moda, ni tienen lo último de tecnología.
Jamás van a andar presumiendo lo que tienen o lo que han hecho (o con quién)

Tanto Baz como ISN son Machos Beta: Simpáticos, agradables, jugados (hasta por ahí no más, lo admito); o por lo menos lo eran cuando estuvieron conmigo.
Y me encantaba que fueran así: cariñosos, tranquilos, cero cancheros, más intelectuales que otra cosa aunque igual con intereses deportivos...

Los Machos Alfa sólo piensan en tener, tener, tener y tener.
Lo que quieren ellos y ya, nada más importa.
Los Machos Beta piensan más que en sólo lo que quieren: también en lo que pueden ofrecer.

Y sí, hay gente que dirá que los Machos Beta son debiluchos, y nunca se lanzan...
Pero ¿saben qué? NO es cierto: son bakanes, pacientes y me encantan.

Y el clásico ejemplo del Macho Beta: (redoble de tambores) Clark Kent.
Tierno, pasa piola, no anda jactándose de nada, ayuda  la gente... seco.
¿Necesito decir más?

Así que Machos BETA, Come and get me!

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