jueves, 22 de mayo de 2014

Que vuelvan los lentos

Una vez en clases, recuerdo a un muy sabio profesor (que fue mi PRIMER profesor universitario y el ÚLTIMO también, pasando por dos carreras) que comentó esto.
Dijo: "¿que vuelvan los lentos? pero ¿a quién se le ocurre semejante barbaridad?"

Y al principio no lo pensé mucho.
Pero es cierto: ¿cómo se les ocurre?
Déjenme describirles una escena: 1998, "pequeña" Liberty de 11 años se ha pegado el estirón de manera súbita e inexplicable y es más alta que TODOS sus compañeros.
La invitan a una de las primeras fiestas niños/niñas de su vida, y emocionada va.
Todo va perfecto hasta que empiezan los lentos.
Los lentos eran lo mejor de las fiestas, porque si te sacaban para bailar tocándote (aunque fuese apenas, y fueran los hombros o la cintura) entonces le gustabas a alguien.

El problema era que nadie (NADIE) quería bailar con una mujer más alta.
NADIE.
De modo que la pobre Liberty se veía obligada a sentarse en el sillón de los losers con quienes nadie quería bailar.

Quizás suena como algo sin importancia, pero es algo que por desgracia marca la vida para siempre (oh sí, así de dramático)
El único que se apiadó de mi desgracia, fue mi maravilloso amigo Lalo, que me sacó a bailar, y se subió a los primeros peldaños de una escalera para quedar más alto que yo.
Y creo que es la ÚNICA vez que he bailado un lento.
Y por eso los odio.
Y odiaba mi altura, pero esa es historia para otra entrada.

Aunque voy a confesar lo siguiente: siempre me quedé con las ganas de bailar un lento de verdad.
Con un hombre que me guste, y una canción para recordar.
Todavía estoy esperando que eso pase.

Actualización: decidí que quiero que mi primer lento, sea con esta canción:

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